viernes, 26 de diciembre de 2014

CARTA DE UN PERRO A SU AMO


Habían pasado dos días sin conseguir algo que llenara mi estómago,

el sol de medio día era absorbido por mi pelaje oscuro y la sed se hacía insoportable,

como siempre sin rumbo comencé a subir un camino asfaltado,

creí escuchar el sonido del agua y me dispuse a cruzar la calle.

Todos los pensamientos fueron arrancados de mi mente,

un fuerte golpe hizo que rodara sobre mi cuerpo,

quise levantarme y correr, mis patas traseras no me respondieron.

Me di vuelta y una parte de mi cuerpo había sido arrancada,

confundido y terriblemente adolorido me arrastre sobre las patas delanteras hacia unos fierros en

 busca de protección, mientras tanto muchos vehículos pasaron velozmente por mi lado,

el sol no dejaba de quemar mi cuerpo,

la sed había sido sustituida por un dolor cada vez más intenso.

Mientras alucinaba escuche la voz de mi amo llamándome "... ¡¡ Negro !!..",

creí que me buscaba y trate de incorporarme una vez más, no había nadie,

solo estaba soñando, al terminar la tarde estaba demasiado débil para incorporarme,

entraba de rato en rato en largos sueños que trajeron a mi mente los días felices,

mi madre, mis hermanos, mi nueva casa, los niños que jugaban conmigo,

una vida sin problemas.

Un día por algún motivo todos se fueron, se llevaron lo muebles,

las plantas y la casa quedó vacía.

Vi muchas lágrimas en los niños cuando se despidieron de mi

y yo no entendí nada de lo que pasaba.

Como siempre los acompañaba, corrí detrás del camión para despedirlos,

esa noche los esperé hasta tarde,

como no llegaban y hacía demasiado frío comencé a rascar la puerta y nadie me abrió,

pasaron muchos días esperando,

di vueltas por el barrio en busca de comida y aprendí a sobrevivir de basura,

los golpes y el desprecio se hicieron cotidianos junto al hambre,

la sed y el frío un frío tan intenso como el que comenzaba a sentir ahora,

junto con el dolor que no me dejaba descansar.

El silencio de la noche era interrumpido por las luces de los vehículos que pasaban muy cerca mío

 como si no existiera,

al llegar la madrugada sentí un dulce calor en el cuerpo
,
una sensación de abrigo que cogía mi vida del frío pavimento,

supe que no los volvería a ver que era hora de partir,

tal vez a un lugar mejor,

y mi mente se volvió a preguntar lo que había estado presente todo este largo día:

DONDE ESTABAS TÚ CUANDO YO ESTABA HERIDO?.

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