sábado, 19 de abril de 2014

Reflexión Sábado Santo


Al anochecer del viernes comienza el descanso sabático. Llegan al cenáculo los que han estado en la sepultura. María está allí. Están las mujeres que en su amor encendido quieren volver al sepulcro cuando acabe el sábado para embalsamar bien al difunto, con todo el amor y la piedad de que son capaces. Están allí los apóstoles que callan y no saben qué decir porque no supieron defender a Jesús, y, menos aún, acompañarle en su gran lucha. Están otros discípulos muy allegados. María se retira.
Es el día de la soledad de María. Para ella sigue la pasión en su alma. Sufre y no hay dolor como su dolor. Cada uno de los gestos de su Hijo se le hace presente, sus quejidos, sus palabras. El gran grito de triunfo y dolor le llena su interior. Sabe que ha triunfado. Pero ella está sola. Él no está con ella. Y piensa en sus palabras: "al tercer día resucitaré" Y se aferra a ellas. Es difícil creer. ha visto el cuerpo muerto, agujereado por los clavos, ha puesto su mano en el costado abierto llegando al mismo corazón. Hace falta mucha fe para creer que va a resucitar, y se hace la oscuridad en el alma de María.
REFLEXION
El sábado tarda mucho en pasar...Continúa, para los discípulos y para Jesús, el silencio y el descanso. Pero no podemos olvidar, lo que tanto uno como otro , son en profundidad para nuestra conciencia religiosa
- el silencio es la posibilidad de la escucha. Para escuchar a otro, hay que callar. Para que Dios hable, debemos guardar silencio. El sábado Santo es el gran silencio, porque es la gran preparación para escuchar la Palabra definitiva de Dios
- El descanso del sabado es, fundamentalmente, otra apertura: el hombre descansa, para poner en manos de Dios el trabajo y que El de el retoque definitivo.
Por eso, silencio y descanso se convierten en sinónimos de esperanza. En Sábado Santo nos encontramos ante un vacío, que no es negación, sino posibilidad de plenitud. El descanso no es todavía el don de Dios, sino la posibilidad de recibir la gracia, el don auténtico. La derrota, se vuelve apertura a la victoria.
No digas nada a Dios. Fijate solo en este pensamiento y recibe el amor de Dios en el Sábado Santo:
¿ Jesús se ha ido? No se ha ido: ha penetrado más allá de mi conciencia para transformarme por dentro, ha bajado a los infiernos de mi ser, para rescatarme desde lo hondo. Nada se queda sin redención. Ningún hombre, ninguna historia, ningún muerto. Tambien en mi: Jesús desciende, excava mi pecado, va mas allá de lo que yo mismo conozco de mí, llega hasta la fuente del ser y la redime.
Hondura y gracia desbordante, ¡esto es el Sabado Santo!

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