lunes, 23 de diciembre de 2013

Yo tengo allá arriba entre las estrellas a alguien que nunca olvidare

No dejes de mirar al cielopues siempre habrá una sonrisaentre nubes de algodón.Y una lágrima perdidaen tu rostro sin consuelote grita: ¡ Soy tu ángel !el que te cuidael que toma tu manoy mientras duermes..Te da un beso.Eres como estrella dormida en el firmamentoy que yo siempre enciendo.Mi voz te hablaráa través del silenciopara decirte ...Tranquila,que emprendí un viajeal paraíso de los sueños,para vestirme de cometay con luces doradaspintar una sonrisa,en tu cara de terciopelo.Sonríe, que algún amanecervolveremos a vernos.
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Oportunidad para Reflexionar

Navidad, celebración en la cual la mayoría de las personas se dan permiso de ser felices, la Navidad hace de diciembre un mes especial, la Navidad hace de diciembre un mes en la cual las personas se animan a soñar, se animan a reír; otros se dan permiso de olvidar por un instante los problemas, es también una oportunidad para reflexionar.
Navidad, hace de diciembre el mes de las reconciliaciones, de la unión, de la solidaridad, sin lugar a dudas la Navidad hace de Diciembre un mes especial, y es que en medio de un mundo convulsionado, Diciembre brinda la oportunidad perfecta para escapar por un instante de la tensión, oportunidad perfecta para experimentar un poco de paz.
Tristemente la Navidad, se ha convertido en una celebración donde Jesús quien es el protagonista no ha sido invitado, se tienen las fiestas, se tiene la novena, se tienen los regalos, pero lo que cada vez menos se tiene es al Señor de la Navidad. Las calles se llenan de luces, sin embargo aquel que dijo “yo soy la luz del mundo” está ausente.
Hoy en el mundo se ignora que sin Jesús en el corazón, la navidad no dejara de ser la celebración que escasamente dura un mes y luego, de nuevo la tristeza, la ansiedad, la preocupación por el futuro, regresa también la desesperanza.
Que distinta una Navidad teniendo en nuestras vidas a Jesús, el Señor de la Navidad, entonces la celebración se convierte en una celebración no solamente de un mes, se convierte en una celebración que dura toda la vida.
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Tristeza de Navidad...

¿Qué contradictorio, no?,
Si la navidad es época de felicidad, de
Encuentro, de gozo, de paz, de solidaridad, de amor......

Pero lamentablemente para mucha gente es así, es tristeza de navidad.

Porque tal vez están solos en sus casas, en una cama de hospital, en un asilo de ancianos, de guardia en un puesto de trabajo lejos de su familia, o simplemente solos sin familia......

Tal vez para ellos el 24 sea una noche más... noche de acostarse temprano... mirando por la ventana la felicidad de los demás, noche de más bullicio, noche de bocinas de autos que ríen sin cesar... noches que además tienen ese vacío en algún lugar del alma.

A todos ellos les digo rotundamente que NOOOOOO!!!... que NO es así. Que no debemos permitirnos que sea una noche más.

Debemos atrevernos a encontrar la navidad dentro de nosotros, sí.. Dentro nuestro, porque es allí donde esta ¡!!!!!

Muchos podrán decir ¿Cómo?, ¿De que manera?, es imposible!!!!!!!!...
Entonces le propongo lo siguiente:
Pongámonos nuestra mejor ropa, mirémonos al espejo porque allí esta uno los invitados de esta noche...
Invitemos ahora al recuerdo más lindo de la infancia, busquemos en ese cajón olvidado la carpetita que nos tejió la abuela, aquellas figuritas del álbum con brillantina, la revista de historietas que quedó por ahí...
Luego invitemos al recuerdo de ese amigo imborrable, la foto que nos sacamos juntos, la carta que alguna vez nos escribió, ese regalo que nos hizo, las salidas a los bailes del 24 después de saludar a la familia...
Invitemos también al recuerdo de los familiares que ya no están, aquellos con los cuales compartíamos esas largas mesas navideñas, que a la hora de descorchar las botellas nos tapamos para que nos caiga encima el corcho y escuchar el grito de todos “¡será el próximo en casarse!!!!!”...
Y por ultimo invitemos al “espíritu de la navidad”, ese deseo de paz y amor que todos llevamos dentro, para que cuando lleguen las 12 abracemos fuerte esos recuerdos, demos un beso a la ausencia y como dijo Arjona “ realmente no estoy tan solo, quien te dijo que te fuiste?, si cargaste con el cuerpo , pero no con el recuerdo”.
Por ello a quienes esta navidad sienten la soledad, le propongo cargarnos de recuerdos, y tal vez si se animan... solo tal vez... escribir sobre ellos...
Y desde hoy no se olviden que yo
También estaré en sus recuerdos con este
Mensaje y Uds. En el mío... ya somos
Dos... entonces ya no estamos solos.
¡Feliz navidad!!!!!!!!!!!!!!.
Dios los bendiga 
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LA VIEJA ATORRANTA (Hermosa historia de amor )...

Hace muchos años, cuando era psicólogo muy joven, trabajé en algunos geriátricos. (...) Muchos de ustedes trabajarán o habrán trabajado en alguna institución, y sabrán que lo que tiene que hacer todo el que trabaja en un establecimiento al ingresar es ir a la cocina, porque la cocinera es la que está al tanto de todo lo que pasa.Más que los médicos incluso.
Llegué, entonces, una mañana, me dirigí a la cocina y, como era habitual, le pregunté a la cocinera.-¿Y, Betty, alguna novedad? -Sí, doctor- me llamó así aunque soy licenciado-. ¿Ya vio a la vieja atorranta?
-No - le dije asombrado-. ¿Entró una abuela nueva?
-Sí, una viejita picarona.
Me quedé tomando unos mates con ella y no volví a tocar el tema hasta que entró la enfermera y me dijo:-Gaby, ¿ya viste a la atorranta?-No -le respondí.-Tenés que verla. Se llama Ana.
Lo primero que me llamó la atención fue que utilizara, para
referirse a ella, el mismo término que había usado la cocinera:
atorranta. Pero lo cierto es que habían conseguido despertar mi
interés por conocerla. De modo que hice mi recorrida habitual por el geriátrico y dejé para el final la visita a la habitación en la que
estaba Ana. En esa hora yo me había estado preguntando de dónde vendría el mote de vieja atorranta. Supuse que, seguramente, debía ser una mujer que cuando joven habría trabajado en un cabaret, o que tendría alguna historia picaresca. Pero no era así. Cuando entré en su habitación me encontré con una abuela que estaba muy deprimida y que casi no podía hablar a causa de la tristeza. Su imagen no podía estar más lejos de la de una vieja atorranta. Me acerqué a ella, me presenté y le pregunté: -Abuela, ¿qué le pasa? Pero ella no quiso hablar demasiado; apenas si me respondió algunas preguntas por una
cuestión de educación. Pero un analista sabe que esto puede ser así, que a veces es necesario tiempo para establecer el vínculo que el paciente necesita para poder hablar. Y me dispuse a darle ese tiempo.
De modo que la visitaba cada vez que iba y me quedaba en silencio a su lado. A veces le canturreaba algún tango. Y, allá como a la séptima u octava de mis visitas la abuela habló: -Doctor, yo le voy a contar mi historia. Y me contó que ella se había casado, como se acostumbraba en su época, siendo muy jovencita, a los 16 años con un hombre que le llevaba cinco. Yo la escuchaba con profunda atención. -¿Sabe? -me miró como avisándome que iba a hacerme una confesión-, yo me casé con el único hombre que quise en mi vida, con el único hombre que deseé en mi vida, con el único hombre que me tocó en mi vida y es el hombre al
que amo y con el que quiero estar. Me contó que su esposo estaba vivo, que ella tenía ochenta y seis años y él noventa y uno y que, como estaban muy grandes, a la familia le pareció que era un riesgo que estuvieran solos y entonces decidieron internarlos en un
geriátrico. Pero como no encontraron cupo en un hogar mixto, la
internaron a ella en el que yo trabajaba, y a él en otro. Ella en
provincia y él en Capital. Es decir que, después de setenta años
de estar juntos los habían separado. Lo que no habían podido hacer ni los celos, ni la infidelidad, ni la violencia, lo había hecho la
familia. Y ese viejito, con sus noventa y un años, todos los días se
hacía llevar por un pariente, un amigo o un remisse en el horario de visita, para ver a su mujer. Yo los veía agarraditos de la mano, en la sala de estar o en el jardín, mientras él le acariciaba la cabeza y la miraba. Y cuando se tenían que separar, la escena era desgarradora.
¿Y de dónde venía el apodo de vieja atorranta? Venía del hecho de que, como el esposo iba todos los días a verla, ella le había pedido autorización a las autoridades del geriátrico para ver si, al menos una o dos veces por semana, los dejaban dormir la siesta juntos. Y entonces, ellos dijeron: -Ah, bueno... mirá vos la vieja atorranta.
Cuando la abuela me contó esto, estaba muy angustiada y un poco
avergonzada. Pero lo que más me conmovió fue cuando me dijo, agachando la cabeza:-Doctor, ¿qué vamos a hacer de malo a esta edad? Yo lo único que quiero es volver a poner la cabeza en el hombro de mi viejito y que me acaricie el pelo y la espalda, como hizo siempre. ¿Qué miedo tienen? Si ya no podemos hacer nada de malo. Conteniendo la emoción, le apreté la mano y le pedí que me mirara. Y entonces le dije:-Ana, lo que usted quiere es hacer el amor con su esposo. Y no me venga con eso de que ¿qué van a hacer de malo? Porque es maravilloso que usted, setenta años después, siga teniendo las mismas ganas de besar a ese hombre, de tocarlo, de acostarse con él y que él también la desee a usted de esa manera. Y esas caricias, y su cara sobre la piel de sus hombros, es el modo que encontraron de seguir haciéndolo a
esta edad. Pero déjeme decirle algo, Ana: ése es su derecho, hágalo valer. Pida, insista, moleste hasta conseguirlo. Y la abuela molestó.
Recuerdo que el director del geriátrico me llamó a su oficina para
preguntarme: -¿Qué le dijiste a la vieja?-Nada- le dije haciéndome el desentendido- ¿Por qué?
La cuestión fue que con la asistente social del hogar en el que estaba su esposo, nos propusimos encontrar un geriátrico mixto para que estuvieran juntos. Corríamos contra reloj y
lo sabíamos. Tardamos cuatro meses en encontrar uno. Sé que, dicho así, parece poco tiempo. Pero cuatro meses cuando alguien tiene más de noventa años, podía ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Además ella estaba cada vez más deprimida y yo tenía mucho miedo de que no llegara. Pero llegó. Y el día en el que se iba de nuestro geriátrico fui muy temprano para saludarla, y e cuanto llegué, la cocinera me salió al cruce y me dijo: -No sabés. Desde las seis de la mañana que la vieja está con la valija lista al lado de la puerta. -Yo me reí. Entonces fui a verla y le dije: -Anita, se me va. Y ella me miró emocionada y me respondió: -Sí doctor... Me vuelvo a vivir con mi viejito. -Y se echó en mis brazos llorando.-Ana- le dije- Nunca me voy a olvidar de usted. Y como habrán visto, no le mentí.
Jamás me olvidé de ella, porque aprendí a quererla y respetarla por su lucha, por la valentía con la que defendió su deseo y porque gracias a esa vieja atorranta, pude comprobar que todo lo que había estudiado y en lo que creía, era cierto: que es verdad que la sexualidad nos acompaña hasta el último día y que se puede pelear por lo que se quiere aunque se deje la vida en el intento. Y además, porque la abuela me dejó la sensación de que, a pesar de todas las dificultades, cuando alguien quiere sanamente y sus sentimientos son nobles, puede ser que enamorarse sea realmente algo maravilloso y que el amor y el deseo puedan caminar juntos para siempre.
Dejemos el prejuicio y la crítica...seamos tolerantes

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martes, 17 de diciembre de 2013

Una rosa y un cactus…

Un hombre pregunto a un sabio si debía quedarse
con su esposa o su amante…el sabio tomo dos
flores en su mano: una rosa y un cactus…
y le pregunto al hombre: si yo te doy a escoger una
flor, cual eliges? y el hombre sonrió y dijo:
la rosa es lógico! y el sabio respondió: a veces los hombres
se dejan llevar por la belleza externa o lo mundano
y eligen lo que brille mas, lo que valga mas pero
en esos placeres no esta el amor, yo me quedaría
con el cactus por que la rosa se marchita y muere,
el cactus en cambio sin importar el tiempo o el clima
seguirá igual, verde con sus espinas, y un día dará la flor mas hermosa que jamás hayas visto,
tu mujer conoce tus defectos,tus debilidades, tus errores, tus gritos,
tus malos ratos y aun así esta contigo… tu amante conoce
tu dinero, tus lujos, los espacios de felicidad y tu sonrisa,
por eso esta contigo, ahora dime hombre con quien te quedaras?…

compártelo a todas las mujeres para que se sientan
orgullosas de ser cactus y a todos los hombres que
no saben lo que tienen y no valoran la tremenda
mujer que tienen a su lado
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Las Imágenes son exclusivas y totalmente propiedad de Alicia Diaz y Aly Edition`s


La primera Navidad(Una historia que nos enseña como el Misterio de la Navidad emblandece el corazón humano)

Mientras todos los niños ayudaban en sus casas en los preparativos para la Nochebuena, Pedro, de 7 años de edad, trabajaba en la joyería de Don Juan para ayudar con el sostenimiento de su casa. Don Juan era un joyero de mucho dinero, pero al mismo tiempo, un hombre sin familia, a quien solamente le importaba el dinero y miraba a Pedro como un simple trabajador más no como un niño.
El día de Navidad Pedro quería retirarse temprano del trabajo para comprar algunas cosas para la cena y ayudar a su mamá. Contemplando en la ventada como algunos niños jugaban, Pedro escuchó un grito que lo hizo temblar:
- ¡Pedro!, gritó Don Juan.
- Si señor, respondió él
- ¿Qué haces mirando por la ventana? Aún no terminas tu trabajo.
- Pedro contestó:¡Hoy es navidad! hoy es el cumpleaños del niño Jesús, hoy es un día muy especial.
- ¡Pues a mi no me importa! ¡Crees que hoy vas a poder escaparte mas temprano de tus deberes, trabaja mejor!, replicó
- Pero Don Juan, hoy quería comprar algunas cosas para la cena de navidad, suplicó el niño.
- ¡Para la cena de Navidad!, se burló el joyero. Tú lo único que quieres es escaparte mas temprano. Hoy es un día común y corriente; mejor sigue trabajando si quieres mantener tu empleo.
- Si don Juan, contestó Pedro muy triste.  
El niño continuó trabajando, con lágrimas en los ojos. Su corazón estaba muy triste y angustiado y temía que Don Juan no lo dejase pasar Navidad junto a su familia. En medio de ese aterrador pensamiento, elevó una plegaria a la Virgen María pidiéndole su intercesión para que pudiese pasar una linda Navidad con su familia.
Poco después, Don Juan, inesperadamente, gritó tan fuerte que casi se le sale el corazón a Pedro.

- ¡Pedro, Pedro ven apúrate! - gritaba el joyero horrorizado.
- Don Juan ¿que le pasa? preguntó
- Don Juan asustado abraza a Pedro y le dice: "Vi un fantasma, vi un fantasma!
- Pedro miró para todos lados en la habitación de Don Juan y no vio nada.
- Cálmese, dijo. Yo no veo nada.
- ¿Me estas tratando de mentiroso?, exclamó el anciano.
- No don Juan, disculpe no quise decir eso.
- ¡Sigue trabando mejor!, fue una pesadilla ¡sigue trabajando! 
Don Juan seguía atemorizado por lo que según él había visto. No queriendo permanecer ni un momento solo se le ocurrió pedirle a Pedro que se quedara con él hasta bien entrada la noche. "Por si acaso", pensó. Don Juan llamó al niño y le dijo:

- Pedro, necesito que hoy te quedes hasta más tarde.
- Pero señor, hoy es navidad y mi familia me esta esperando.
- ¡Pedro te pago el doble!
- Pero Don Juan, ya tengo casi terminado mi trabajo y debo ir a casa. 
Don Juan no le quería confesar que estaba asustado y el niño lo sabía, pero él se resistía a quedarse porque era Navidad. Entonces, se le ocurrió una magnífica idea: "invitar a Don Juan a su casa a pasar la navidad".

- Don Juan: lo invito a pasar la Navidad con nosotros para que no se quede solo.
Don Juan estaba emocionado por el ofrecimiento de Pedro, ya que nadie lo invitaba a su casa. por lo que sin pensarlo… aceptó.

Cuando llegaron a la casa de Pedro, Don Juan se quedó muy impresionado porque en esa humilde casa, había mucha alegría y generosidad.

Don Juan sonrió como nunca lo había hecho, se dio cuenta que nunca había tenido una Navidad y ahora la compartía con una familia muy sencilla y amable. Sus mejillas se sonrojaron y sobre ellas rodaron muchas lágrimas de la emoción y felicidad que sentía.

Al final de la noche, Don Juan se comprometió a ser más justo y considerado con el niño, y a desprenderse de sus bienes a favor de los más necesitados.




Una Navidad muy diferente

Carta al Niño Jesús
Cuando era niña, mi madre me inculcó la costumbre de que cada año le escribiera una carta a Santa Claus para pedirle las cosas que quería me trajera en este tan esperado día.
Desde luego, todo estaba condicionado a la conducta que yo observara durante un año, y mi madre, siempre pendiente de todo, me "leía la cartilla" recordándome las travesuras cometidas durante 365 días. Por lo tanto, los regalos pedidos, ya no serían los mismos. Sin embargo, la esperanza no moría en mi corazón y esa tan especial carta terminaba colocándola debajo de mi hamaca, para que yopudiera ver cómo era en realidad el esperado personaje. Nunca lo pude conocer porque, según mamá, me quedaba dormida cuando él llegaba y le daba pena despertarme.
Mi emoción por escribir era doble: una porque era la única ocasión en que escribía una carta y se la mandaba a alguien, y dos porque en ella volcaba toda mi ilusión de pedir lo que, sin saberlo, nuca llegaría a mis manos. Al día siguiente, no podía controlar la emoción de ver si todo lo pedido había llegado. No puedo decir que me sentía desilusionada por lo que "Santa Claus" me había traído, sino que no entendía el porque, si yo pedí un "juego de té" de los grandes, había uno chiquito en su lugar.
En fin, resignada, aceptaba tan maravilloso regalo, prometiéndome a mí misma que durante todo el año venidero me portaría mejor, para que me trajera lo que pidiera y pudiera conocer al portador de dichos obsequios.
Han pasado ya muchos años de esta maravillosa etapa de mi vida, no exenta de carencias económicas, pero sí llena de momentos felices; con el paso del tiempo, la realidad se empezó a hacer patente y mi personaje favorito cambió de rostro, de un hombre gordo y bonachón, a un niño recién nacido. Hoy mi pedido de regalos ya no lo hago por medio de cartas, ni siquiera por computadora, menos por Internet, no lo necesito, pues los pedidos los hago con el corazón y llegan más rápido y seguro: mi Cristo Jesús no necesita de estas modernidades para que me escuche en el momento en que se lo pido y el mensaje, además, llega con entrega inmediata.
Todas las Navidades son especiales, pero ésta en lo personal será muy diferente pues algunos de mis amores no estarán conmigo; no voy a disfrutar ni gozar de su presencia, pero tengo impregnada su esencia y eso me reconfortará mucho más, sobre todo ahora que es la primera vez que pasaré las fiestas decembrinas sin una de mis hijas, le ha tocado alzar el vuelo e iniciar su propia vida y, aunque me queda muy claro que esta experiencia tenía que vivirla algún día, me duele mucho, pues todavía no me acostumbro a no tenerla conmigo. Esta y algunas otras razones me han hecho recordar cuando escribía mis cartas, pues si la emoción me embargaba en aquel entonces, ahora mucho más, cuando los sentimientos se encuentran, no hay palabras para describir lo que se siente en el corazón. Por eso esta Navidad para mí será diferente y quiero pedirle, ya no a "Santa Claus", sino a mi Niño Jesús lo que me gustaría para este 24 de diciembre:"Mi Niño Jesús, en esta Navidad quiero pedirte que me ayudes a ser cada día una mejor compañera, esposa, madre, amiga, en fin una mejor persona, para ser digna de ti, y poder proyectarlo a los seres que conviven conmigo en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.
"Acrecienta en mí la tolerancia, la paciencia, la solidaridad, la honestidad, la sinceridad, la alegría y el entusiasmo, el amor y la ternura, para poder compartirlo con la gente que me rodea.
"Permíteme ver más allá de lo que mis ojos pueden ver, sobre todo, cuando un niño se acerca a mí y ver en él tu rostro cuando sonríe.
"Te pido también por mis hijos (sobre todo por la que en estos momentos está lejos de mí) para que los cuides, los protejas y los guíes, más aún en los momentos difíciles que la vida les tiene reservados, y acreciéntales el amor que sienten por ti, que eres la vida misma.
"Quiero pedirte por las autoridades que dirigen a mí país y a mí Estado para que impere en ellos el compromiso de ser democráticos, justos, honestos y competentes, para que el rostro de la miseria que asomó después del huracán "Isidoro" desaparezca, dando lugar al bienestar y al desarrollo, pues eso redundaría en beneficio para mis conciudadanos y así habría menos gente desempleada.
"Después de lo que se vivió (con el ciclón) danos, sobre todo a los que todavía no recuperan lo perdido, la esperanza, la fe y la confianza de que las cosas serán mucho mejor que antes, más aún si confían en ti.
"Que en todas las familias, no sólo de aquí, sino de todo el mundo, reine el respeto, el cariño, la confianza y el amor, para que se acaben las violencias, los llantos y las tristezas, y ser lo más parecido a esa Sagrada Familia en la cual tú te encuentras ahora, acompañado de tus Santísimos padres.
"También quiero pedirte, niñito Jesús, que estés siempre junto a los niños que al igual que tú, quieren jugar, correr, brincar, saltar, pero por cosas del destino sufren de alguna discapacidad que les impide hacerlo. Enséñales que estando contigo, no hay imposibles.
"Y para no alargar mucho esta carta, pues sé que tienes mucho que hacer, a pesar de ser tan pequeñito, quiero pedirte, mi Niño Jesús, abusando de tu bondad, que seas tú el portador de un abrazo muy fuerte a todas mis amigas que por motivos ajenos a mi voluntad no podré darles, diles que las quiero mucho y que espero que no pase mucho tiempo para dárselos personalmente, si tú así lo tienes dispuesto.
"Estoy convencida de que mi manera de ser y la conducta que yo observe tiene mucho que ver para que me concedas todo lo que te pedí. Sé que debo ser una digna hija y hermana tuya, congruente entre lo que digo y hago en este largo caminar por la vida y en mi trato con las personas que me rodean, y en eso se centra mi búsqueda constante. Sin embargo, cuando no esté siendo honesta y sincera ni conmigo ni con los demás, por favor "léeme mi cartilla", como cuando era niña, pues mi madre todavía se encarga de hacerlo ahora que soy grande. Por todas tus bendiciones ¡Gracias!"
P.D. por esta ocasión, esta carta no la voy a poner debajo de mi hamaca, sino junto a tu cunita, pero no para que no se te olvide lo que te pido, sino para que yo recuerde siempre lo mucho que me das".
Y para todos y cada uno de los seres que amo (esa palabra me enseño mi madre para expresar mi cariño) y para los que me hacen el favor de leer este artículo, les deseo de todo corazón que pasen una muy: ¡Feliz Navidad!

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